lunes, 11 de noviembre de 2013

Marco Teórico

El acceso a la educación superior experimentó un gran crecimiento en los últimos 30 años. A nivel de pregrado, esto significó pasar de una matrícula de 165 mil estudiantes a principios de los años ochenta a una matrícula de más de un millón de estudiantes el año 2012. Este desarrollo que ha tenido el sistema ha permitido a un nuevo grupo de jóvenes acceder a la educación superior, pasando de ser un sistema de elite a uno masivo. Sin embargo, este aumento en la matrícula trajo consigo un cambio en el perfil y en las necesidades de los estudiantes.
Las altas tasas de deserción universitaria en el país evidencian la carencia de orientación vocacional a los estudiantes de enseñanza media. En un informe del Departamento de Economía de la Universidad de Chile ““Estudio sobre causas de la deserción universitaria” (2008) se encontró que una de las causas más determinantes en la deserción de estudiantes en primer año universitario era los problemas vocacionales, seguido de la situación socio-económica de sus familiares y el rendimiento académico.
En este mismo estudio, los estudiantes planteaban la necesidad de aumentar y mejorar la información sobre las carreras, no sólo a nivel de planes de estudios o mallas curriculares, sino también en forma especial, aquella relacionada con orientación vocacional.
De acuerdo a cifras del Consejo Nacional de Educación (2012), cerca del 50% de quienes se matriculan en la universidad o en centros de formación técnica no completan el programa en el que se matricularon, mientras que en el caso de los institutos profesionales (IP) esta cifra llega al 60%.
Para el rector de la Pontificia Universidad Católica, Ignacio Sánchez, otro de los motivos por lo que los estudiantes se alejan de las aulas es por la poca orientación sobre las carreras o la nula información acerca de la relación entre sus intereses y aptitudes que reciben en su etapa escolar. De hecho, la visión de la máxima autoridad académica de la UC la comparte el 62,2% de los directivos de universidades pertenecientes al CRUCH, y con el 30%  de los de universidades privadas.
Esta falta de antecedentes provoca que los jóvenes, luego de rendir la Prueba de Selección Universitaria (PSU), opten por las carreras más conocidas ya que ignoran otras alternativas, o simplemente elijen entre aquellas cuyo puntaje les permite optar. La rigidez del sistema educacional actual, además, impide a los estudiantes definirse por otras áreas o intereses una vez están dentro de los establecimientos.
La deserción
En las últimas décadas, la deserción ha sido estudiada desde distintas perspectivas, incluyendo la psicología, la sociología y la economía, desde donde se han intentado explicar sus causas y consecuencias.
Los enfoques del análisis de la deserción pueden clasificarse en cinco categorías, dependiendo de la importancia que se da en el modelo a ciertas variables (Braxton, Johnson, & Shaw-Sullivan, 1997). Aunque en todos los modelos se reconoce la interacción de distintos factores, es posible clasificarlos de acuerdo a los elementos a los que le dan mayor importancia en las siguientes categorías:
-         Psicológicos
-         Económicos
-         Sociológicos
-         Organizacionales
-         De interacciones
Fishbein y Ajzen (1975) sostienen que la decisión de deserción es el resultado de un debilitamiento de las intenciones iniciales del estudiante. Attinasi (1986) complementó el modelo psicológico anterior añadiendo la idea de que la deserción es también determinada por la evaluación que hacen los estudiantes de su vida una vez que ingresan a la educación superior.
La orientación vocacional
            Desde sus comienzos a principios del siglo XX, el campo de la psicología vocacional ha sido estructurado por el mundo laboral. En el contexto contemporáneo las personas enfrentan necesidades surgidas ante cambios masivos que no sólo afectan el trabajo, sino diversas esferas de la vida (Dubar, 2000). Las personas enfrentan cambios rápidos y constantes en sus contextos y deben construir sus trayectorias vitales sin las referencias que otorgaba la cultura tradicional.
Actualmente, la psicología de la orientación cuenta con mayores conocimientos sobre el desarrollo humano, los procesos de construcción identitaria, las anticipaciones para el futuro y las representaciones sociales que inciden en los proyectos y elecciones ocupacionales. En las prácticas actuales el orientador pasa del rol de experto a ser un facilitador del desarrollo humano de la persona, no sólo en lo que respecta a su formación u ocupación (Aisenson, 2007)
El rol de los educadores
            Los educadores que forman parte del crecimiento personal y académico de los jóvenes en el período secundario es de gran importancia para ayudarlos a encontrar las aptitudes que cada uno posee pero que en muchas ocasiones es difícil siquiera saber diferenciarlas.
Con el aumento de la matrícula en establecimientos universitarios se incrementó también los test de orientación vocacional, aunque no forma adecuada. Hoy en día los jóvenes se ven enfrentados a estos test en tercero o cuarto medio, cuando están en preuniversitario y, incluso en ocasiones, cuando ya están en la universidad. Esto conduce a que los alumnos basen sus decisiones teniendo poca, o a veces, nula información acerca de las carreras que mejor se adecúan a las aptitudes del estudiante.

             De acuerdo a lo expuesto anteriormente y teniendo en cuenta los factores psicológicos que llevan al alto número de deserción universitaria se puede concluir que la implementación de test de orientación vocacional a partir de la primera etapa de la enseñanza media ayudaría a disminuir estas cifras. Dentro de esta inclusión se incluye también el fomento de las competencias detectadas, papel que juega el educador, además de la entrega de suficiente información referente al espectro de posibilidades existentes hoy en el mercado.

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